miércoles, 2 de marzo de 2016

LIBRO 1 No. 45 FE

  
FE

 
 


Recuerda hija que estás en lo profundo de Mi Corazón.

En este retiro se hablará de la Fe, la Esperanza y Caridad.

La fe es primordial en todo aquél que desee esta unión con el Padre celestial, con el Hijo y con el Espíritu Santo.

La fe es como un rayo de luz, de gozo y de paz, de confianza y abandono que es proporcionado por el Espíritu Santo para lograr que todo se mueva para bien y sobre todo para gloria de Dios, por esto en el inicio de la vida espiritual, al recibir el bautismo este don se da a esa alma, para que por medio de esa fe crezca en esa vida divina.

Sin ese don el alma se siente en la oscuridad y en ella no pueden realizarse los proyectos de Dios.

En ella, en la sabiduría de Dios Padre quiso participar de este don venido y dado gratuitamente de Él, mas si es necesaria esa cooperación del hombre para que esa fe crezca por medio de las obras buenas que se estarán presentando en esas oportunidades diarias en cada uno.

Y es ahí donde con la luz de la fe serán practicadas, unidas a los méritos de Mi Corazón.

Si el alma me reconoce y me sigue por el camino de la cruz sin haberme conocido, pero que siente que la verdad Soy Yo en esa fe, se salvará. Por esto el que reconozca que Yo Soy el Hijo de Dios por medio de esta fe que le hará sentir que Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida Eterna y se une a Mi viviendo esa fe en mi verdad, se salvará.

María esposa del Espíritu Santo creyó y con fe dijo “SI” en hacer la voluntad del Padre celestial, con humildad y esa valentía de acatar todo lo que fuera para gloria de Dios.

¡Ah! si tuvieran la fe aunque fuera tan pequeña como la semilla de la mostaza nunca dudarían de Mi Amor hacia cada uno de ustedes.

Cuantos ni viendo, ni oyendo creen en todas las maravillas que hay a su alrededor, de todo lo creado por mi Padre celestial, por los astros, estrellas, por el sol que les alumbra, por la luna, el mar, los árboles, los pájaros y todos los animales creados por amor hacia todos ustedes. Crean en verdad y no se resistan, porque no hay mayor ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no desee escuchar.

Tengan esa fe que Yo les doy y podrán mover montañas, sobre todo las fibras de Mi Corazón. Yo les bendigo.

Sagrado Corazón de Jesús

28 de septiembre de 1999

Siervos del Divino Amor

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