FE
Recuerda hija que estás en lo
profundo de Mi Corazón.
En este retiro se hablará de la
Fe, la Esperanza y Caridad.
La fe es primordial en todo
aquél que desee esta unión con el Padre celestial, con el Hijo y con el Espíritu
Santo.
La fe es como un rayo de luz, de
gozo y de paz, de confianza y abandono que es proporcionado por el Espíritu
Santo para lograr que todo se mueva para bien y sobre todo para gloria de Dios,
por esto en el inicio de la vida espiritual, al recibir el bautismo este don se
da a esa alma, para que por medio de esa fe crezca en esa vida
divina.
Sin ese don el alma se siente en
la oscuridad y en ella no pueden realizarse los proyectos de Dios.
En ella, en la sabiduría de Dios
Padre quiso participar de este don venido y dado gratuitamente de Él, mas si es
necesaria esa cooperación del hombre para que esa fe crezca por medio de las
obras buenas que se estarán presentando en esas oportunidades diarias en cada
uno.
Y es ahí donde con la luz de la
fe serán practicadas, unidas a los méritos de Mi Corazón.
Si el alma me reconoce y me
sigue por el camino de la cruz sin haberme conocido, pero que siente que la
verdad Soy Yo en esa fe, se salvará. Por esto el que reconozca que Yo Soy el
Hijo de Dios por medio de esta fe que le hará sentir que Yo Soy el Camino, la
Verdad y la Vida Eterna y se une a Mi viviendo esa fe en mi verdad, se
salvará.
María esposa del Espíritu Santo
creyó y con fe dijo “SI” en hacer la voluntad del Padre celestial, con humildad
y esa valentía de acatar todo lo que fuera para gloria de Dios.
¡Ah! si tuvieran la fe aunque
fuera tan pequeña como la semilla de la mostaza nunca dudarían de Mi Amor hacia
cada uno de ustedes.
Cuantos ni viendo, ni oyendo
creen en todas las maravillas que hay a su alrededor, de todo lo creado por mi
Padre celestial, por los astros, estrellas, por el sol que les alumbra, por la
luna, el mar, los árboles, los pájaros y todos los animales creados por amor
hacia todos ustedes. Crean en verdad y no se resistan, porque no hay mayor ciego
que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no desee escuchar.
Tengan esa fe que Yo les doy y
podrán mover montañas, sobre todo las fibras de Mi Corazón. Yo les
bendigo.
Sagrado Corazón de
Jesús
28 de septiembre de 1999
Siervos del Divino
Amor
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