miércoles, 9 de marzo de 2016

LIBRO 1 No. 46 ESPERANZA

  
ESPERANZA
 




Hijitos amados míos, dichosos los que en su corazón está la esperanza, porque es necesaria para este camino de perfección.

Saben bien que aquel que tiene la fe de seguro tendrá la esperanza también, porque ésta le ayudará en el sostenimiento y la fortaleza de seguir con esa firmeza en las pruebas y acontecimientos que se les presentarán a lo largo del camino.

Yo les digo, en la vida humana es necesario el esfuerzo en la perseverancia para llegar a la victoria que será lograda gracias a la esperanza que sostuvo en ese deseo hasta el final.

Cuando alguien se propone alcanzar una meta trata de estar con esa esperanza presente y si decae esa esperanza se desanima fácilmente y abandona aquello. En cambio si mantiene ese arrojo en la esperanza, triunfa en aquello que se propuso alcanzar.

Pues así Yo les digo, en la vida espiritual es aún más necesaria, porque el camino a seguir no es fácil, se encontrarán con mayores dificultades que en lo material y aquí es diferente porque si abandonan este camino de verdadera felicidad por otro que es falso será la caída mayor, por esto muchos al comenzar están muy decididos y hasta parece que son en verdad vencedores, mas cuando comienzan las pruebas por las que tienen que atravesar, se desaniman y se alejan para ya no seguir, comienzan a sentirse solos, sienten que les faltan fuerzas, se comienzan a decir ellos mismos que ¿para qué? Que ellos no son para ser santos y siguen su camino y no el Mío.

La esperanza Yo la mantuve siempre en Mi Vida en el mundo, porque sabía que el camino sería darme a todos por igual, sin distinción, para que por medio de Mi Vida encontraran la salvación y en esa lucha, sin esperanza, no se triunfará.

María, Ella también la tiene y ruega para que todos sean salvados y no sea inútil Mi Sangre y Vida para ninguno.

Mi alegría la encontré en esa esperanza de dar Mi Vida por cada uno de ustedes y así poder conquistar ese cielo para todos.

Mi Padre celestial, con esa esperanza me mandó al mundo para que conociéndome a El también lo amaran y así con el Espíritu Santo se llega a esa unión verdadera, única en el Amor.

La esperanza es de todo aquél que me ama y sigue mis pasos en la Cruz sin desfallecer, unidos a Mí para llegar un día en este gozo de llegar al cielo prometido.
Yo les bendigo.

La esperanza dada para el pecador, de ser perdonado era necesaria para todos aquellos que por las faltas cometidas sienten que son indignos de ese perdón y Yo les digo sin esa esperanza llegan a desconfiar de mi Misericordia, ¡que dolor siento al ver que les falta esa esperanza para encontrar el perdón y así salvarse!.
Sagrado Corazón de Jesús
29 de Septiembre de 1999
Siervos del Divino Amor

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