SANTIDAD
Tener la santidad es poseerme
verdaderamente, plenamente; es esa unión íntimamente conmigo, es estar, sentir
siempre Mi presencia unido a esa alma, verme en cada acontecimiento de su vida.
Soy el centro de su vida, su
único anhelo y felicidad, es el gozo del alma.
Santidad: solo la tienen los de
espíritu pobre, los sencillos, los humildes, los misericordiosos, los que aman
con el mismo amor que Yo les amo.
Son tan Míos como dos gotas que
se unen y llegan a ser como una sola.
El alma santa no se irrita, es
paciente, es alegre, es deseosa que los demás sientan esta felicidad. Es
prudente, nunca se escandaliza, nunca juzga ni desea escuchar los que me
ofenden, ora siempre, sus mismos actos son oración para darme gloria.
En su rostro brilla la paz, en su
mirada me reflejo a los demás.
Un alma santa es tan mía que
llega alcanzar esta unidad, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Saben amados míos que en la
tierra ya hay santos que conviven con ustedes, pues Yo tengo ya santos que me
aman como yo los amo y por ellos la misericordia es dada y el perdón llega para
todos porque son almas escogidas.
El alma santa es como un diamante
que sus rayos de luz brillan para todos y bañan de luz a los que están en
tinieblas. Es su perfume exquisito que le agrada al Padre celestial, es la
semejanza de Dios en la tierra.
Un alma santa es suficiente para
que Dios derrame a todos la gracia y dones, porque un alma santa ha
correspondido al amor, un alma santa es un justo en la tierra reflejando a
Dios.
Sagrado Corazón de Jesús
19 de junio de 1995. 8:30 a.m.
Siervos del Divino Amor
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