“DIA DEL SAGRADO CORAZÓN”
¿Saben hijitos? Que hoy desea Mi Corazón os sintáis en Él, que os deis cuenta que vivís en Él; que este fuego que en Él hay, lo tengáis en vuestros corazones y lo irradiéis a vuestros hermanos, porque este fuego no se puede guardar, es para que abrase toda la tierra.
Pedid, os digo, pedid y no os canséis de pedir por vuestros hermanos. Recordad que estáis en el corazón de Mi Madre y que junto con ella, me estáis amando. ¡Es tan grato que mis miserias me amen! ¡Amadme, consoladme, que sean menos los sufrimientos que todo Mi cuerpo padece!
¿Saben? Pensad en las delicias, en las delicadezas, en las dulzuras, en el gran amor que os brinda Mi Amante Corazón. Vosotros pequeños míos, sentid, vivid, estas gracias y dones.
Saben, que os amo con locura, que esto es para todos, que Yo soy Amor y Misericordia y que en esta locura desea que sean recibidos y aprovechados estos dones de vida eterna.
Pensad que Mi Corazón es el único objeto por el cual vivís, por el cual morís. Sean dadas estas gracias a los pobres y humildes, a los mansos, a los que creen, a los que me digan “SI” rotundamente.
Con todo y miserias entráis a este cielo y os transformaréis y vuestros pobres corazones tendrán imagen y semejanza de este amante Corazón: manso, humilde. Os lo brindo, os lo doy.
¿Verdad que lo tomáis? Tomadlo en nombre de todos vuestros hermanos que se resisten, que no ven ni oyen, porque por medio de vuestra nada, Yo haré maravillas, para que así resplandezca más Mi Gloria y sea alabado Mi Padre y glorificado.
Porque por medio de ustedes, Mi Madre se os anunció, que serían ensalzados los que se humillan, socorridos los pobres y sería socorrido Mi pueblo como se os había dicho y prometido; que los ricos serían humillados y socorridos los necesitados, los soberbios serían desterrados, la gloria sería de los humildes.
Mi Madre, “Reina de los Profetas”, os lo dijo y Ella sea alabada y amada por todas las generaciones por los siglos.
Saben que os amo. No me detengan en la puerta de vuestros corazones. Dejadme ya entrar. Tengo frío. Permitidme entrar, Yo que soy fuego, deseo calor de vuestros pobres corazones. Estoy tiritando de frío, de ver tanto hielo en los corazones.
Tú, al menos, alma mía, ámame, sé mi refugio. Brindadme tus mismas miserias. Abandónate a Mi Amor, que es delicia, que es miel, que sólo en él, unidos, tu amor y el mío, llegaremos a contagiar e irradiar a tus hermanos, a las almas amadas de Mi Corazón.
Sed chispas y brincad con júbilo a incendiar tantos corazones que están fríos. Sed portadores míos, de este fuego que ya no cabe en Mi Corazón y que deseo que todos participen de este fuego.
Yo les pido amor y ese amor dadlo a los que no conocen el amor, a aquellos que están solos, que no conocen las llamas ardentísimas que enloquecen, que abrasan, que arrebatan a Mi Corazón.
Al menos vosotros recibidme en vuestros miserables corazones, que tengo hambre, que tengo sed de ser amado, de ser correspondido. Confiad en Mi inmensamente, confiad.
Demostradme ese amor con vuestra confianza absoluta, con ese abandono que Mi Corazón os pide y os enseñó Mi Corazón.
Yo los bendigo.
(Respuesta a Jesús)
¡Oh Jesús! Quienes somos sino las miserias, la nada. Perdona, ¡Oh Amado Mío! Si al entrar Tu sólo encuentras frío, Tu que eres el fuego mismo. Tú, llénanos de él, para que así seamos antorchas con este fuego y que donde haya tinieblas, seamos luz, donde haya frialdad demos calor con tu fuego, donde esté el error, llegue la verdad, donde no haya amor, por ti Señor, los llenes de amor, donde haya tristeza, demos alegría y donde haya muerte, llegue la vida eterna con tu amor.
¡Qué tu seas ya el que por medio de nuestras miserias sea el que resplandezca, que ya seas Tu en cada corazón, que no vean sino a Ti, que no oigan sino tu voz Señor. Que todo esto sea por ese amor que te brindamos por medio del Corazón dulcísimo de tu Madre, porque sólo unidos con él, podremos brindar ese amor único que te consolará y el que te podrá satisfacer. Me uno y quiero, Señor, que todos seamos tuyos.
Madre mía, para que tu seas, la que por medio de tu corazón digno, seamos admitidos a ese Amantísimo Corazón de tu Hijo.
Que nuestro Jesús, sea amado, alabado y adorado, ese Corazón que es fuego, Amor y Misericordia, que sea recibido por todo el mundo y así sea ya Tu Reino, que estamos pidiendo y deseando.
2 de junio de 1978. 11:20 a.m.
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