“Ustedes gozan de un jubileo constante”.
Hijitos Míos, Hermanos Míos, Yo los amo tanto y les digo: ustedes gozan de un jubileo constante, jubileo quiere decir alegría, pues el Señor está con ustedes y este jubileo es para que Dios, que es alegría, esté siempre en vuestros corazones. Que todos oigan bien: háganlo para agradar al Señor, para desagraviarlo, pensando en que el Amor, sólo os pide amor.
Piensen que el tesoro principal lo traen dentro de vuestra alma, para muchos olvidada, enflaquecida, leprosa, llena de orgías, sedienta, hambrienta de las cosas divinas; así muchos no tienen caridad ni consigo mismos, piensan que agradando a su cuerpo, todo lo mejor para ese cuerpo que sus ojos ven, cumplen. Que lo demás espere porque estorba para todo lo que sólo ve en el espejo: tu torcido yo y esa alma agoniza de hambre, de todo lo que la alimentaría y la conservaría con salud.
Pues así es Hermanos Míos, qué pocos se dan más a lo espiritual y se olvidan de todo lo vano, de lo que no sirve para la salvación ¿de que les servirá cuando el hombre muera, al estar frente al Señor, haber cuidado de todo lo material, si olvidan la salvación de su alma?, ¿Cuántos ponen su tiempo, su corazón, en los negocios, en las comidas suculentas, en las cosas de los placeres que dan a su cuerpo, olvidando a sus hermanos necesitados, a sus mismos hermanos con los que conviven? y para callar la conciencia meten su mano en el bolsillo, buscan la moneda más pequeña para darla, así pueden aventar un pedazo de mendrugo a los hambrientos o un par de zapatos con agujeros para los descalzos, ven su ropaje y lo que ya no les gusta o les sobra o está inservible eso es lo que dan a los hermanos.
Oh Hermanos Míos, qué pena, qué dolor, pues aun no han sabido reconocer a los hermanos, como Jesucristo, en cada uno y creen que todo es fácil y que yéndose a confesar ya están disculpados y siguen en sus críticas, en sus envidias, en sus odios, en sus rencores... ¡no Hijos!, eso no es acercarse a Dios, ¡Cambiar sí!, porque es necesario, es urgente ser conscientes de vuestra salvación. Cuando mueran nadie estará presente para las cuentas, sino solo cada uno será responsable, ved que el llamado de Dios es fuerte y no hagáis sordos los oídos, ni cerréis vuestros ojos a las verdades.
Tentaciones siempre las tendrán y si las ofrecen y si piden el auxilio divino, todo esto os santificará, así se pulirán como a una joya, como el Señor os desea, limpios, nada manchado entrará donde está el Señor.
María es vuestro auxilio, llamadla en cada momento pues ella os cuida como Madre y no os dejará caer, pues os dirige de la mano; como a un pequeño os guiará, os enseñará a caminar derecho por los caminos escabrosos de la vida y así aprendiendo a caminar por el camino de Dios, ya nada os perturbará y ya nada temeréis.
28 de septiembre de 1980. 6:55 P.M.
Sagrado Corazón de Jesús
Siervos del Divino Amor
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