“Bienaventurado el que prefiere a Nuestro Señor “.
Hijita mía, sabes que mientras más te entregues, que cuanto más ames, que cuanto más te olvides de ti, más té asemejarás a Mí.
Ama por Mí; olvida y perdona por Mí; habla por Mí; consuela por Mí; escucha por Mí. Sabes que el que se asemeja a Mí está viviendo en Mí, por Mí y en Mí y en mi nombre, pues así sabes que estás amando Mi voluntad.
Yo Jesús te digo: bienaventurado el que me prefiere a Mí ante todo, ante toda criatura, ante todo bien temporal, porque Yo le remuneraré pagando todo ese amor, pues el que deja todo por Mi Amor es más rico que todo el que es millonario materialmente, pues me posee a Mí que Soy la mayor riqueza, pues dichoso y feliz será eternamente aquel que sólo amor tiene en su corazón.
Por ello es que os dije: "Mi Reino es del que es humilde, jamás del soberbio." ¡Ah! Hijita mía, que pocas almas son las que se dan cuenta de que la felicidad verdadera Soy Yo, porque el que en Mí obra será eternamente feliz, pues en Mi nombre sufrió y en Mi nombre gozó, en dolor y en alegría!
Sabes, amada mía, que el que me encuentra ya jamás podrá vivir sin Mí, sin mis delicias, sin mis incendios y es como si se abriera un velo para aquellas almas y todo lo ven claro y se darán cuenta de que la paz, la felicidad, la vida... Soy Yo. ¡Jamás encontrarán en otra cosa o criatura esas delicias que en Mí encontrarán!
¿Por que pierden el tiempo? Sabéis que sufro intensamente. ¿Sabes de cuántos hogares me desechan con sus absurdos modernismos, con sus adelantos? ¿Sabes que la mujer ya no ama a sus hijos, ni desea cumplir con sus deberes? Ellas, que deberían ser ejemplo de sus hijos, la pasan fuera de sus hogares. Su lugar es el hogar, pues esos hijos crecen abandonados y sin quien los dirija hacia Mí. El padre con sus trabajos, cuántos amasando fortunas se alejan de su hogar por tener todas las comodidades, se olvidan que tienen un deber y una responsabilidad con esos hijos, que les dejan que hagan y deshagan!
¡Ah! Hija mía, y no se diga de tantos que viven sus vidas con locuras, en embriagueces, pasándose las noches en lugares de perdición y horrendos pecados. Hija mía, haced oración; anda, que el mundo se hunde, pues mis elegidos, mis sacerdotes son tan fríos e indiferentes, mis religiosos son soberbios, no hay caridad, no la hay en esos conventos.
1979 Octubre 12, 4:45 AM.
Sagrado Corazón de Jesús
Siervos del Divino Amor
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