miércoles, 24 de diciembre de 2014

LIBRO 3 No. 69 LA SANGRE REDENTORA

 

“La Sangre Redentora”.

 

CUERPO Y SANGRE DE NUESTRO SEÑOR

 

Dios Padre, en sus planes de salvación desde la creación, sabía que era necesario que su único Hijo, sería esa salvación y así Yo fui enviado al Mundo.

En el seno virginal de María me encarné por obra del Espíritu Santo.

Las primeras gotas de esta sangre fueron derramadas en la circuncisión con el dolor que hicieron que mis ojos derramaran lágrimas por el amor y cuanto más crecía más deseaba mi Corazón derramar toda mi sangre para rescatar de la muerte al pecador.

Saben todos que por esta sangre han alcanzado el Cielo prometido, por sus méritos de esta sangre derramada hasta la última gota. Los Sacramentos son la fuente inagotable por los cuales como canales llegan a la perfección que Yo les pedí, sean perfectos como lo es mi Padre Celestial. Sólo por estos méritos alcanzados llegan a ser dignos de alcanzar a ser hijos adoptivos de mi Padre y hermanos Míos y así herederos del Reino. Por esto llegan a tener esa unión, siendo uno solo conmigo, como Yo lo soy con mi Padre en la unión del amor ardiente del Espíritu Santo.

Cuántos que no creen en Mí, en que Yo soy el Hijo del Padre y estas verdades que Yo les vine a traer, no llegan a salvarse. ¿Por qué dudan de Mí? ¿Por qué son tan ciegos y sordos, que ni viendo creen, ni oyendo desean escuchar mi voz? Por esto, repetidas veces en las Parábolas de los Evangelios les dije: “el que tenga oídos que oiga y el que tenga ojos que vea”, porque no hay mayor ciego que el que no desee ver, ni mayor sordo que el que no desee escuchar y todo esto Yo les vine a dar, para los que deseando mi amor lo vivan creyendo en mi verdad, porque lo que Yo he escuchado de mi Padre es lo que Yo les he enseñado.

Es tiempo de que sean uno solo conmigo, hoy es el día de vuestra conversión, no lo dejen pasar, porque para muchos el mañana no existirá. Recuerden que son precio de mi Sangre y deseo que no sea inútil, en cada uno que debe dar frutos de amor, de piedad, de unión en cada uno, para que me descubran en cada hermano, pues sois hijos de un solo Padre bueno y misericordioso que ha dado lo más querido para Él, que es su único Hijo.

Deseos son de mi Corazón que ninguno se pierda, cada alma perdida es dolor profundo de mi Corazón.

13:55 Horas., 23 de julio de 2001

Sagrado Corazón de Jesús

Siervos del Divino Amor.

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