“Mi deseo es que ninguno se pierda”.
Dime hija ¿cómo crees tú que me agradaría más que tú me amaras; dime cómo, según tu corazón, me amarías como nadie me ha amado?
Señor, sabes bien mi miseria y mi nada, mas si te he pedido me concedieras la gracia de amarte como nunca has sido amado y si Tú me has hecho sentir este deseo en mi corazón, a pesar de mi nada, así será. Tengo confianza porque para Ti no es imposible, uniéndome a Ti con tus méritos y tu propio Corazón y el de María, lo lograré: Mi deseo es atraer almas a tu Corazón y tu deseo es la salvación de las almas, pues que no tenga yo Jesús otro deseo que el de tu Corazón.
Es verdad, hija mía, que al ser enviado por mi Padre al mundo fue su gran Amor por la salvación de las almas y Yo, haciendo la voluntad de mi Padre, mi existir en la tierra no fue otro mi anhelo que rescatar las almas del pecado para así dar gloria a mi Padre.
Mi sed de almas crece, cuánto más crece la maldad, porque sí di mi sangre por todos. Yo la sigo ofreciendo y no hay segundo que no la ofrezca en cada Misa, en cada Comunión recibida dignamente, los frutos son almas rescatadas para la eternidad, así mi deseo es que ninguno se pierda porque Yo vine por el enfermo y dejo las 99 ovejas por una que esté descarriada para atraerla al redil. Luz vine a dar a los que permanecían en tinieblas y que al aceptarla jamás caminarían ya en la oscuridad porque mi yugo es suave conociendo mi verdad porque Yo soy el camino y sólo por Mí encontraréis la felicidad porque mi Reino Yo os he entregado para que gocéis de él.
Gran fiesta será cuando uno de los perdidos es rescatado porque mi Corazón es lleno de júbilo de ver cerca de mi Corazón aquél que moría de frío lejos de Mí, pues fuego soy y el que se aleja de Mí muere de hambre y frío porque Yo soy la vida y el que a Mí me tiene nada le falta.
21 de diciembre 1982
Sagrado Corazón de Jesús
Siervos del Divino Amor
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