“Dichosos los que dejan las cosas del mundo para seguirme”.
Hijitos, saben que Yo los amo tanto que no sólo di mi sangre, mi vida por cada uno, sino que en cada momento intercedo ante mi Padre por ustedes y les digo: dichosos los que aprovechan esta plegaria y dejan las cosas del mundo para seguirme.
Yo los conozco y sé cuando un alma no es sincera y sólo palabras ofrece al viento, no son para mí sino para el mundo, porque si decís sí y a la hora de la prueba decís no, no sólo con la boca sino con los hechos, me negáis. Los del mundo no pueden venir a Mí porque son tantas las raíces que les atan en el mundo que jamás podrán entrar a Mi Reino porque mi Reino no es de este mundo, sino del cielo y allí está vuestro lugar que allí os espera.
Dime hija ¿Qué es para ti el mundo?
Jesús, para mí es el pecado todo aquello que no seas Tú, pues me aleja de Ti y deseo me des la luz para darme cuenta y así no ofenderte, ni fallarte, pues tú me conoces Jesús que soy miseria y en mí nada bueno hay.
Es verdad, hija mía, que tus miserias son muchas, más uniéndolas todas a Mí, aún a tus miserias Yo les daré méritos y poco a poco sin darte cuenta desaparecerán y así Yo actuaré; que tú estés llena de Mí y así, cuando el enemigo te ataque, ya no podrá contra ti porque hallará que soy Yo y no tú. Así seas tú siempre, pensando siempre en Mí, que sea Yo en todo momento y así desaparecer tú, todo esto es fácil cuando veáis que uniéndolo todo a Mí.
María desea daros ejemplos de humildad, de amor y caridad.
24 de mayo 1981
Sagrado Corazón de Jesús
Siervos del Divino Amor
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