“Hijitos Míos, sois”.
Hijitos Míos sois y os digo que ya no os resistáis a serlo, porque en verdad os digo que el fuego que os doy y las dulzuras que os doy, son vida y vida eterna.
No os engañéis, porque fuera de Mí jamás encontraréis la luz, porque soy el faro y la vida misma; fuera de Mí pereceréis. En verdad os digo, que Yo soy el que os ha guiado, el que os ha escogido y el que como Mi hijo Pedro, cuando no entendía pretendía regresar el camino, llegó el momento que se dio cuenta que ya estaba en las redes de Mi amor y que jamás podría escapar a este Mi amor, que se apodera de todo, que es suave, subyugante, este gran amor.
Mi Corazón llega a ser delicia, consuelo y fortaleza para todo aquel que se entrega, que se deja conducir con suavidad por Mi Madre y que es arrullo y que ya jamás podréis vivir lejos de la vida que es fuente inagotable para todos, porque Mi Misericordia se desborda en grandes destellos de amor, que yo os amo con amor inigualable, que soy tan amante, que celoso soy de este amor y aquel que se acerca un poco, yo lo atraigo como imán.
En verdad os digo que gustéis de Mi Amor, que os lo brindo para que disfrutéis de los gozos, de las ternuras que tiene Mi Corazón de Padre amorosísimo, de hermano y amigo único, que Yo di Mi Vida y Sangre por cada uno de ustedes, ¿Verdad que estáis dispuestos a darla por vuestros hermanos, qué sois generosos, que ya vuestros corazones viven en Mí Corazón?; que ya nada os detenga, que ya dejéis todo lo que os angustia y os ata a las cosas terrenas, ¿Qué teméis, si me tenéis a mí?, ¿Verdad que Yo soy vuestro?, Así deseo que vosotros Míos seáis ya, que la carne y el mundo que os aleja y no os deja venir a Mí, lo olvidéis, que no sois de este mundo, que vuestra patria es la Mía, que os espero Yo con los brazos abiertos, que viváis y que en Mi voluntad estéis siempre, que ya os di la Mía.
Mas os digo, dejadme obrar a Mí. Cambiad ya, que no estorbéis Mis planes divinos, que Yo sea el que viva en cada uno, que si no, pereceréis, porque en verdad os digo, que el que come Mi carne y bebe Mi sangre, se fortalece y tendrá esta vida. Que Yo sea ya al que me vean, al que oigan al veros y oíros a vosotros. Que sea Yo el que se encarne y haga que os llene las manos con caridad, amor y humildad que tuvo Mi Corazón. Dejad la soberbia, que haya paz en vuestros corazones, que aun en la cruz sintáis toda alegría de estar clavados en Mí; con Mis manos y pies seáis víctimas dignas de Mi Padre, que será glorificado. Yo los amo. Sabed que Mi Madre quedó clavada en Mi, con Mi Corazón atravesado quedó su amante Corazón, que es amor y dulzura.
Yo los bendigo y os doy Mi vida para que viváis con ella, ya no más muerte, sino vida y luz. Eso seréis uniéndose a Mí.
Velada de oración en el Sagrario del Señor del Claustro, Tacuba
21 de mayo de 1978, 0:25 a.m.
Siervos del Divino Amor
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