"La agonía en
Getsemaní".
¡Oh Hija Mía!, Sabiendo el jueves
que al otro día expiraría Mi alma y pronto Mi vida dejaría de existir, era
grande la angustia que sentía Mi alma, y Mi cuerpo de carne mortal se sacudía de
agonía.
Mas te digo: Mi Corazón es el más
sensible, jamás os podréis imaginar el remolino de emociones que embargaba todo
Mi ser. Sentía dolor, alegría y gran temor y todo esto lo tuve que ocultar ante
Mis discípulos que los amaba como hermanos y era gran pesar el de Mi alma saber
que Pedro me negaría a pesar del amor que me tenía y que todos me abandonarían.
Sentía la agonía del dolor que Mi
Madre sentiría traspasado su Corazón. Temblaba, sí, lo digo, al pensar que sería
para muchos inútil Mi sufrir y que Mi sangre la vertería gota a gota por cada
uno. Mi Corazón se estremecía porque pronto quedaría preso de amor por los
siglos y que sería ultrajado y abandonado en los sagrarios, pero me llegaba la
alegría saber que muchos darían gustosos la vida por Mi Amor, que sufrirían
tormentos con gran gozo y amarían Mi propia Cruz.
Pensad Hijos y reflexionad en
estos momentos en que se os da tiempo para ganar tesoros para alcanzar la
redención: ¡Que no vaya a ser inútil Mi sangre para algunos de vosotros!, Que el
tiempo lo tengáis en cuenta, lo que dejaréis para mañana, lo debéis ofrecer hoy,
porque no sabéis el momento en que vuestro espíritu sea llamado a la presencia
de Mi Padre. Tened las manos llenas y amándoos como Yo os amé, siempre sigáis
gustosos el camino de Mi Cruz.
23 de marzo de 1978.
Sagrado Corazón de
Jesús.
Siervos del Divino
Amor
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